En un momento determinado, en cuerpos de diferente índole, aparece la causa de su propia degeneración. Como si hubiera un principio de decadencia en la naturaleza; una especie de “programa” o “chip” de autodestrucción que se activa automáticamente de modo que, aun cuando se puede prolongar el estado de las cosas, aun cuando sea posible mantener cierto orden, quitar el polvo, reducir la mortalidad infantil, aumentar las estadísticas de esperanza de vida, hacernos viejos; a la larga, a pesar de todo, una norma degenerativa y mortal acabará por establecerse en todo lo que existe. "Nada es para siempre" El mismo principio decadente se enseñorea de objetos incorpóreos, de dimensiones de la realidad que no se desarrollan en un plano necesariamente físico - como ocurre con la cultura, el poder político, las ideologías. Existe una especie de fatiga de las ideas que hace que las propuestas filosóficas caduquen; que las expresiones artísticas envejezcan; que los imperios