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La libertad como atributo abstracto

La libertad es una cuestión fundamental. No solo de los estudiantes de filosofía o de Derecho. El niño que sueña con ser adulto; el joven que desea terminar una carrera; el hombre que aguarda el tiempo de su jubilación y, tal es la paradoja, incluso el hombre mayor que sueña con ser otra vez niño; todos ellos tienen el color del anhelo de la libertad en sus pensamientos.  Se puede estar de acuerdo con el párrafo anterior, en tanto que es una realidad de la que hemos sido testigos o quizá protagonistas. Cada quien ha tenido su propio sueño de libertad atado a un momento futuro; alguna vez alguien ha pensado "si apruebo ese examen"; "si consigo ese trabajo" o "si acaso me voy lejos de todo".  Tales pensamientos suponen un reconocimiento implícito: la ausencia de libertad. Todas las proyecciones futuras de libertad solamente serían posibles en tanto que alguien se perciba prisionero. Un preso cuenta los días que faltan para salir de la celda, del

La verdad y el silencio

Era la década de los noventa; el escenario: una clase de filosofía del Derecho en la que se discutía la posibilidad de la libertad. La pregunta fue simple y directa ¿qué es la libertad? La respuesta debe ser valorada por la honestidad académica del profesor. Primero un pequeño silencio, luego un intento de articular una idea seguido por otro silencio, esta vez uno largo ¿qué tan largo? Digamos que lleva ya varias décadas. Quienes tenemos el hábito de considerar las diferentes posibilidades de una proposición; de hacer un test de "compatibilidad" entre una formulación teórica y su idoneidad para satisfacer las diferentes circunstancias en las que esa afirmación debería ser validada; entendemos la honestidad del silencio. Desde el momento en que se descubre que no hay respuestas sencillas también se llega a entender que implícitamente o de manera manifiesta no existen las preguntas simples; que la simplicidad y la complejidad están en quien observa y que es posible