Serie de Relatos Breves
–La estamos pasando mal –le dijo ella, y agradeció por los alimentos.
En ese pequeño pueblo en el centro de Texas no había transporte público y sin auto... «Si no fuera por esto, mis hijos no tendrían qué comer… ni siquiera puedo ir a comprar al supermercado». Él se conmovió, le dijo que podía llevarla cuando terminara de repartir los víveres.
Un par de horas después estacionó la camioneta frente al supermercado y se dispuso a esperarla. «¡Qué carajos!», pensó. No había sido una larga espera, ella traía solo un sixpack de cervezas y dos botellas de vino.
El retorno fue silencioso. Él callaba indignado; ella, más bien, iba muy satisfecha. Una botella de whisky voló desde una ventana y por poco les pega. «¡Qué carajos!»; pensó ella, viendo ese licor sobre la pista.
Al llegar, como adivinando sus pensamientos, le dijo:
–¿Supiste de aquella anciana en España?, cuando su hija iba a ver qué necesitaba, a través de la ventana, la anciana mostraba una botella y un cartel que decía: «¡más vino!».
–¿Cuál es el punto?
–Antes de que todo esto acabe, Billy, habrá días en que necesitarás un trago.
Roberto Pável Jáuregui Zavaleta
De: Relatos Desde el Encierro
Comentarios
Publicar un comentario