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Religión y violencia



El 21 de Julio de 1209 las tropas cristianas, bajo la dirección del legado papal Armando Amalric mataron 20,000 personas entre hombres, mujeres y niños en el marco de la cruzada para erradicar la herejía de los Cátaros. Se dice que cuando aquel legado fue consultado acerca de cómo diferenciar entre católicos y Cátaros, respondió, "matádlos a todos, Dios reconocerá a los suyos". Tal vez, realmente él no dijo esa frase, pero el modo en que se procedió, la refleja perfectamente. 



En el encuentro famoso entre Francisco Pizarro y el Inca Atahualpa, un sacerdote dominico tuvo un papel significativo. Hay diferentes fuentes acerca de lo que el fraile Valderde dijo, mencionaré cada una de ellas, a fin de formar una idea global, toda vez que las versiones no son contradictorias, según Gomara, el sacerdote exclamó: "Los evangelios por tierra; venganza cristianos, a ellos, a ellos, que no quieren nuestra amistad ni nuestra ley"; según Benzoni, el buen fraile también dijo: "Matad a estos perros, que desprecian la ley de Dios"; la Relación del Primer Descubrimiento añade también "...salid... que yo os absuelvo". Como se puede ver hay casi tantas versiones de las palabras del sacerdote como versiones del evangelio, es posible que el dijera un poco de todo, pero en cualquiera de las versiones es posible ver unidas la connotación religiosa y la violencia. 

El grito de guerra de los españoles era Santiago, el nombre de un apóstol, según las tradiciones hispanas, el apóstol se había aparecido y había ayudado a matar algunos moros. El grito de guerra de los ingleses era San Jorge. Esta cercanía entre violencia y religión no es gratuita. Las inquisiciones católicas, la caza de brujas de los protestantes; las persecuciones y la guerra son más fáciles si se apoyan en convicciones religiosas. Los soldados de la Unión durante la guerra civil norteamericana tenían el Himno de Batalla de la República, un himno religioso que se canta hasta ahora en las iglesias, y que es conocido por la tonada de su coro. 

"Gloria, gloria aleluya"

Las convicciones religiosas son un poderoso aliado de la crueldad y la violencia. La razón está ligada a un aspecto de nuestra naturaleza, nuestra mente trascendente. El ser humano necesita de fines superiores y trascendentes, necesita creer en un bien superior que justifique sus acciones. Es necesario saber por qué luchamos. No es necesario que esta idea superior sea justa, o verdadera, lo importante es que provea de un norte, que cree la ilusión de haber sido puesto por encima del resto; porque si alguien tiene la convicción profunda de que está haciendo la obra de Dios, entonces estará más dispuesto a matar, torturar, a desplegar su violencia sobre otros. 

Veía un documental sobre la guerra de Vietnam y observaba que aquellos que tenían convicciones religiosas profundas podían afrontar los horrores de la guerra de una mejor manera que aquellos que no creían en nada, y ni siquiera tenían conciencia de las razones de su lucha. 

Una cosa que percibí, de aquellos años en que estudiaba teología, es que los evangelios advierten continuamente sobre el peligro de las "convicciones religiosas", de ese legalismo sin corazón, las creencias autojustificantes de la religión pueden cegar de tal modo, que un corazón perverso sería capaz de crucificar al mismo Cristo en nombre de Dios. 


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